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Los mensajes que nos da la vida y que a veces, no entendemos

Los mensajes que nos da la vida, y a veces no entendemos

Por Alvaro Mendoza

Tristemente, le hizo eco a la tradición y fue un septiembre negro. Dos terremotos en México y destrucción y desolación en el Caribe y La Florida, principalmente, por cuenta de los huracanes Irma y María. La naturaleza mostró su furia y con fuerza golpeó a pueblos hermanos y nos recordó cuán frágiles somos, cuán efímeros somos.

Pero, sobre todo, nos dejó lecciones valiosas que necesitamos aprender y aplicar en la vida. Si sigues con juicio la actividad de este blog, te habrás enterado de que debí evacuar por la emergencia provocada por Irma. Sí, tuve que interrumpir la cotidianidad de mi vida y, con mi esposa y mis hijas, dejar la casa y buscar refugio en un lugar seguro.

Fueron unos días en Charlotte (Carolina del Norte), con tránsito por Atlanta (Georgia), que me sirvieron para hacer unas reflexiones que quiero compartir contigo. La primera parece obvia: ¡Qué afortunado soy! De muchas maneras, los seres humanos, inclusive en la peor de las situaciones, somos muy afortunados.

Y no nos damos cuenta, o despreciamos lo que la vida nos regala. La vida misma, que se renueva cada día; la salud, el trabajo, la familia, los amigos, las personas con quienes compartimos, aquellos a quienes podemos servir y ayudar, los que nos hacen daño y nos fortalecen. Sonará a cantaleta, pero cuanto más conscientes seamos de ello, más lo disfrutamos.

Es una bendición, y un privilegio, cuando tienes ropa buena y limpia para vestirte, cuando abres la nevera y puedes escoger qué comer, cuando tienes una cobija que te proteja del frío, cuando compartes tus alegrías y tristezas con alguien, cuando construyes una vida que vale la pena, que tiene verdadero sentido.

Alistar unas pocas pertenencias, cerrar tu casa y partir sin saber cuándo volverás (o si volverás) es una de las experiencias más dolorosa que he vivido. Te invade una sensación de incertidumbre que no puedo describir y saber que lo que has construido puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos es una situación que no se le desea ni al peor enemigo.

Hoy, cuando han pasado varias semanas de los desastres naturales, doy gracias a la vida porque lo que viví fue apenas un susto y porque mi gente no sufrió daño. Y no puedo dejar de pensar en aquellos que lo perdieron todo (algunos, inclusive, la vida), que en un instante vieron cómo se derrumbaba su vivienda, su sueño, su vida.

Y aunque no deseo estar en su situación, procuro ponerme en sus zapatos para aprender las lecciones. Con los años y la experiencia, aprendí que la vida tiene extrañas formas de enviarnos mensajes. La mayoría de las veces, a través de sucesos dolorosos, arrebatándonos a los que amamos, derrumbando lo que hemos construido.

Son sucesos que nos ponen a prueba, que nos exigen al límite de las fuerzas y de la resistencia (y a veces, más allá), que hacen que nos cuestionemos acerca del papel que cumplimos en este mundo. Sin embargo, también son oportunidades. Para encontrar lo mejor que guardamos en nuestro interior, para prender el fuego en el corazón.

Reinventarse una y otra vez, cuantas veces sea necesario, no solo es parte del proceso de la vida: es, también, el camino más seguro para  construir una vida plena, que nos haga más felices, más íntegros.

Oportunidades para sacar las fuerzas que han estado dormidas, para revaluar los roles, para edificar nuevos sueños. Creo que, si la vida nos quita algo, nos quita tanto, es porque en algún momento nos va a compensar, nos va a devolver eso y más, nos va a multiplicar los beneficios y las bendiciones.

Admiro profundamente a las víctimas de las tragedias ocurridas recientemente y su entereza para levantarse de los duros golpes que les propinaron la vida y la naturaleza. Intento aprender de su tesón, de su capacidad de sacrificio, de su solidaridad, de su resiliencia, de sus ganas de vivir, de su resistencia a la adversidad.

Valoro inmensamente la resignación con que aceptan los designios del destino y la férrea voluntad con la que se levantan para seguir la vida. Porque la vida sigue. Es fácil decirlo, terriblemente difícil vivirlo después de que se es víctima de un terremoto, de un huracán. Pero, hay que seguir, porque rendirse ante la adversidad es peor que la misma muerte.

No hay opción distinta a levantarse, sacudirse y echarse a andar, reinventarse en procura de llegar a ser una mejor versión de sí mismo. Ese es el reto que nos impone la vida, el premio que nos ofrece la vida. Volver a empezar, a veces después de haberlo perdido todo, es clave para entender por qué vinimos a este mundo, cuál es nuestra misión.

Solemos quejarnos por todo y pocas veces comprendemos lo bendecidos que somos al tener la oportunidad de vivir un nuevo día. Por eso, cuando tu vida ande mal, que el negocio no funcione, que haya quebrantos de salud, que sufras una pérdida irreparable, que tus sueños se derrumben, ¡no te rindas, no arrojes la toalla!

Sí, en esos momentos en que no conseguimos entender los mensajes que nos envía la vida, recuerda el ejemplo inspirador de aquellos hermanos del Caribe y Latinoamérica que en el reciente mes de septiembre lo perdieron todo y hoy, como si nada hubiera ocurrido, trabajan para construir otra vida, otro sueño, otro futuro. ¡Lucha, reinvéntate!

Fuente: https://mercadeoglobal.com/blog/mensajes-vida-no-entendemos/

Que me enseñaron sobre el miedo

Lo que Steve Jobs, Michael Jordan y Eleanor Roosevelt me enseñaron sobre el miedo

Por Marty Fukuda

Steve Jobs, Michael Jordan y Eleanor Roosvelt. Tres figuras admiradas por distintos triunfos.

Cada una de estas celebridades ha sido citada por millones de personas y sus filosofías nos han brindado lecciones para todo.

Mucho podemos ganar de nuestros miedos

“Tu ganas fuerza, coraje y confianza por cada experiencia que te ha aterrado. Sólo así te puedes decir a ti mismo: ‘si he pasado por esto, puedo con todo lo que venga después.’”

Esa cita de Roosevelt es particularmente poderosa porque rompe con el típico tabú de un líder hablando de no tener miedo; ya sabes de “aquellos que en lugar de sangre, tienen líquido helado pasando por sus venas. Mismos que se encuentran salvando el día, dejando atrás a todos los que quisiéramos tener un poco de esa valentía”.

La manera en la que reaccionamos ante situaciones difíciles es la verdadera clave, y la forma en la que ésta se da es gracias a nuestras experiencias. En otras palabras, estas reacciones pueden ser enseñadas, aprendidas y mejoradas, y fue la primera dama quien puso en perspectiva este tema, no sólo al decir que el miedo era real, sino al demostrar que uno puede crecer a partir de él.

Piensa qué sería lo peor que puede pasar

¿Realmente tengo tanto qué perder? En el famoso speech que Jobs dio en la Universidad de Stanford en 2005, no utilizó directamente la palabra “miedo”, pero sí habló de la herramienta contra el miedo a fallar.

“El acordarme que moriré pronto es la herramienta más importante que he encontrado para tomar grandes decisiones en mi vida. Las expectativas, el orgullo y el miedo al rechazo se deshacen ante la muerte dejando ver lo único importante. Recordar que morirás es la mejor manera de no caer en la trampa de tener algo que perder. Ya estás desnudo, no hay razón para no seguir tu corazón.”

El cofundador de Apple uso este “pensamiento macabro” en vida para nunca olvidar que la ésta es muy corta para preocuparse. Fue este truco mental el que lo hizo enfocarse en el progreso en lugar de quedarse paralizado.

El miedo es sólo una ilusión

“Tal vez un día me vean jugar a los 50” dijo Michael Jordan sonriendo. “No te rías. Nunca digas nunca, los miedos son límites y éstos son a veces una ilusión.”

Piensa en un niño que tiene miedo de hacer algo nuevo. Mamá y papá incentivarán a que su hijo se aviente el clavado o pedalee la bicicleta. Una vez que el pequeño lo hace, sonríe. Es ahí cuando los padres le preguntan “no estuvo tan mal, ¿o sí? ¿No estás orgulloso de siquiera haberlo intentado?”

Como niño necesitamos un constante “recordatorio” de que lo podemos hacer para que este miedo no se quede clavado en nuestra mente. Los papás saben que sacar al niño de su zona de confort es una parte crucial para su desarrollo, para que así entiendan qué es lo que el miedo conlleva.

Como Jordan dijo, como hay miedos que son críticos para la supervivencia del ser humano, existen otros que solamente son una ilusión.

Cuando te detienes a reacomodar esos miedos, como lo hace un niño al pensar “no estuvo tan mal intentarlo” ganarás el coraje para decidir que es lo que está bien, aunque esto te asuste momentáneamente.

El héroe, villano, ganador, perdedor, líder o seguidor se enfrentan a miedos idénticos. La única diferencia es la manera en la que éstos son procesados y mostrados.

Al momento de encarar nuestros miedos, tenemos que recordarnos a nosotros mismos que la gente que vemos hacia arriba también ha tenido inseguridades, pero que ha aprendido a conquistarlas.

Fuente: entrepreneur

Las personas que encuentro en el camino

Las personas que encuentro en mi camino

Por Merce Roura

Hay personas que llegan a ti y te muestran tu luz y otras que te muestran tu sombra. Las primeras vienen a enseñarte toda la belleza que no sabías que estaba en ti. Las segundas, toda esa oscuridad y los miedos que te niegas a ver porque no confías en tu capacidad para asumirlos, porque todavía no te amas suficiente. No dudes ni por un momento. Ambas son maestros maravillosos que te están haciendo un regalo valioso, conocerte, aceptarte, amarte. Y por ello, a todas ellas les debemos dar las gracias, porque nos ayudan a crecer y confiar. Porque nosotros también somos lo uno y lo otro y tanto en nuestra luz como en nuestra oscuridad, somos seres increíbles y enormes… Personas poderosas que no saben que tienen poder y que, por tanto, no lo ejercen. Al encontrar a otras personas, nos sincronizamos y nos proyectamos en ellas para poder aprender qué estamos evitando o dejando de afrontar.

Las personas que se cruzan en nuestro camino traen un valioso mensaje… Con gestos, con palabras, con desaires, con abrazos, con historias de amores perdidos o sin alma, con decepciones, con desencuentros, con sorpresas… Nos dicen aquello que no somos capaces de decirnos a nosotros mismos. Lo que callamos desde hace tiempo y llevamos enquistado en algún lugar de nuestra conciencia. Nos cuentan lo maravillosos que somos porque a veces no nos damos cuenta, no apreciamos nuestro talento y nuestra capacidad para compartir y ofrecer algo valioso a los demás… Nos ayudan a dar importancia a lo que nos parecía pequeño… Nos permiten hacer relativo aquello que nosotros habíamos convertido en una montaña muy alta o un obstáculo insalvable.

Hay personas que vienen a darnos la mano para cruzar un mar bravo lleno de dificultades. Otras nos enseñarán a construir un puente para poder cruzarlo. Algunas llegan a nuestra vida para decirnos que ese mar hostil en realidad no existe, que es fruto de nuestra forma de mirar al mundo con ganas de pelear, con resentimiento, con miedo, con la mirada de alguien que busca hostilidad y la encuentra… Nos explican que podemos aprender a mirar ese mar de otra forma y ver que tiene rincones hermosos por descubrir, que guarda belleza y magia… Que si lo cruzamos con actitud positiva y con ganas de aprender, nos traerá grandes lecciones para seguir… Nos explican que el mar será como decidamos verlo si somos capaces de aceptarlo y no juzgarlo. Que nada es bueno o malo, que se convierte en lo que decidimos que sea al juzgarlo… Como las personas que se cruzan en nuestro camino.

Algunas personas nos dirán que no crucemos. Si somos capaces de mirar en su interior, si comos capaces de mirar en el nuestro, sentir qué nos pide la conciencia, notar que nos dice la intuición… Nos daremos cuenta de que tienen tanto miedo a cruzar como nosotros… Puede que nos pidan que no crucemos porque nos quieren sanos y salvos aunque eso nos suponga no crecer, no sentir, no evolucionar. Es una forma de amor que se confunde con el egoísmo y que está tan plagada de miedo que se consume… Puede que no quieran que crucemos porque ellos no se sienten capaces y no quieren que nosotros lo consigamos, ya que eso les haría sentirse pequeños y ridículos… Porque no se aman suficiente y echan mano del ego para sentirse cómodos… Tienen miedo también. Nos nos enfademos con ellos, no va con nosotros, forma parte de su lucha interior por descubrir su verdadero poder, por encontrar su misión y descubrir su grandeza oculta tras el rencor, la envidia y necesidad de amor. Ellos no son nosotros. No nos obsesionemos con demostrarles nada ni responder a sus humillaciones, sencillamente, comprendamos su dolor y no nos dejemos enredar en sus palabras y gestos, no les juzguemos porque sus errores son los nuestros y sus dudas forman parte de nuestras dudas… Están ahí para recordarnos lo que podemos arreglar en nosotros.

Habrá personas que nos incordien para que crucemos, que nos llamen cobardes y se rían de nosotros, personas que cada día con su actitud y su mirada nos recuerden lo pequeños que somos… Cuando vemos la pequeñez en los demás es porque descubrimos la nuestra propia, porque todavía no sabemos que podemos ser tan grandes que veremos grandes a los demás y dejaremos de exigirles que sean como queremos, como creemos necesitar que sean…Porque todavía no nos hemos dado cuenta de que son como son y que de esa forma nos llegará un regalo maravilloso… Los que nos increpan se increpan a ellos mismos, se gritan, se menosprecian, se infravaloran, se queman en una hoguera interior espantosa en la que todo el rato deben demostrar algo para salvarse… Se confunden y creen que si bajan tu autoestima, si merman tu valor ante el mundo ellos podrán bajar la guardia y dejar de sufrir… Mirémosles con compasión y sigamos nuestro camino. Sus palabras nos refuerzan y revalorizan.

En realidad, se trata siempre de decidir qué tipo de persona somos. Las llevamos todas dentro y somos capaces a cada minuto de escoger con cuál nos quedamos. Si hoy damos la mano. Si mañana nos lanzamos al mar y decidimos que pase lo que pase es maravilloso… Si le decimos a otro que es capaz de todo… Si le abrazamos y no decimos nada… Si un día cansados y hartos recriminamos a alguien lo que nosotros no nos sentimos capaces de hacer y le vemos diminuto y ridículo porque creemos que de esa forma seremos grandes y ocultaremos nuestra cobardía… Se trata de decidir si nos amamos suficiente como para aceptarnos y aceptar a los demás como son y dejar de enfadarnos porque las cosas no pasan como deseamos… Aprender a soñar lo que realmente nos hace sentir bien y nos llena por dentro y no lo que nos dijeron que debíamos soñar…

Hay tantas personas que nos ayudan a conocer quiénes somos… Desde el primer momento de nuestra vida vamos recibiendo lecciones de lo que somos o deseamos ser, de lo que no vemos y no queremos ver, de lo que nos asusta, de lo que no aceptamos y en realidad nos hará libres… Somos un pedazo de todas ellas porque dejan en nosotros una huella y nosotros dejamos otra en ellos y en muchos otros… Y siempre tenemos el poder a cada instante de escoger quién queremos ser, qué huella dejamos. Todas las huellas son necesarias. Todos las lecciones son valiosas. Por ello no podemos aferrarnos al dolor que nos han dejado esos encuentros sino a la persona en quién nos han convertido, al mensaje que nos traen sobre nosotros mismos y lo que vamos a hacer con él. Hagamos el sano ejercicio de quedarnos con la rosa y olvidar la espina, amemos la lección y perdonemos al que nos dejó la cicatriz porque mientras nos hería también se estaba clavando en sí mismo el aguijón…

Todo lo que le hacemos a los demás, en el fondo, nos lo hacemos a nosotros mismos. Todo lo que damos nos lo estamos dando… Si damos lo que no queremos, recibiremos lo mismo… Si damos lo que valoramos, recibiremos algo muy valioso… Hay quién nos enseña echando sal a nuestras heridas y quién lo hace con caricias. Los primeros están en el fondo intentando cicatrizar sus heridas abriendo las nuestras porque tienen miedo y no saben cómo… Nosotros a menudo también estamos perdidos y golpeamos sin saber… Sólo podemos comprender su dolor y no aceptarlo en nuestras vidas. Y a los que nos ayudaron a aprender con caricias, honremos su gran trabajo siendo nosotros mismos, brillando tanto que nuestro brillo les recuerde siempre cuánto brillan ellos…

Las personas importan, importan siempre. Por ello, a todas las que encuentro en mi camino, les doy gracias… Porque sé que nada es casual y todo tiene sentido y porque vienen a mi vida con algo importante para mí…

Nosotros decidimos siempre. Y el mar siempre estará ahí pendiente de cruzar. En algún momento asumiremos que somos inmensos y que el mar es un reflejo en nuestra inmensidad.

Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2017/12/13/las-personas-que-encuentro-en-mi-camino/

Desarrollo personal

Tener auto-confianza:

Es sumamente necesario que usted se encuentre convencido de lo que está por realizar, así tendrá la capacidad y la seguridad que necesitará para llevarlo adelante. Hay que ser realista, proponerse lo que no puede hacer es inútil. Pero recuerde también que tener auto-confianza no significa ser un súper hombre.

Ser persistente:

Tenga siempre presente que: “la gota orada la piedra”, por lo que no hay que desanimarse. La convicción es lo que da fuerza y vitalidad.

Determinar metas y objetivos claros y posibles de realizar:

Todo lo que se proponga debe ser a corto plazo, siempre con una visión a largo plazo. Estos objetivos deben estar orientados hacia resultados específicos, ser realizables y alcanzables, aceptables por todas las áreas de la empresa, claros y fáciles de comprender, flexibles, consistentes entre sí, capaces de crear un verdadero desafío, susceptibles de ser controlados. “En definitiva, establecidos de forma tal que fijen un resultado clave, pues el logro del objetivo debe justificar el tiempo y los recursos que habrán de invertirse”. Un objetivo vago y poco concreto proporciona una base muy débil para trabajar en su consecución.

Saber buscar las oportunidades:

Debe haber oportunidades donde los otros encuentran dificultades, ¡SEPA USTED ENCUENTRELAS!

Ser creativos y tomar siempre la iniciativa:

No espere que las circunstancias lo presionen, actúe siempre antes, y siempre trate de expandir su negocio hacia nuevos productos o servicios.

Tener presentes los riesgos:

No debe ser incauto, estudie todo con un espíritu crítico, siendo lo más objetivo posible. Calcule los peligros y todas sus alternativas.

Ser fiel a los compromisos contraídos:

Si es necesario haga sacrificios personales para poder cumplir con sus compromisos, trate de satisfacer a sus clientes, valore el prestigio a largo plazo por encima de las ganancias a corto plazo.

Planificar todo y hacer un seguimiento de lo que se ha logrado:

Haga un detalle de las tareas a realizar, asignándoles un grado relativo de importancia. Ponga su atención en aquello que implica un riesgo para el desarrollo de la empresa. Separe las tareas importantes de las que son urgentes, determine un tiempo acorde para cada una de ellas, controle los desvíos y corríjalos.

Exigir calidad y eficiencia:

Trate siempre de hacer las cosas lo mejor posible, de la manera más rápida y a menor costo. Trate de superar las pautas que usted mismo se ha fijado y verifique todos y cada uno de los trabajos.

Ganar la voluntad de los otros para lograr el fin perseguido:

Exprese su idea de una manera clara, por más simple que le parezca a usted, ella debe poder ser interpretada debidamente por todos. Sume, haga que los demás sean partícipes, no descalifique las iniciativas que le acerquen, estúdielas y vea su posibilidad de concreción en forma conjunta. Trabaje en equipo, plantee temas de discusión a la mesa de trabajo. Cuantos más criterios e ideas se aporten, mejor será el resultado.

No todo es talento ¿Qué otros factores definen el éxito?

Cuando le preguntan por el factor primordial de su triunfo como actor y músico, Will Smith contesta que no es ni el talento ni la inteligencia sino la determinación de trabajar con más ahínco que cualquiera y no darse por vencido.

El escritor John Irving, autor de The Cider House Rules y The World According to Garp, sufría de dislexia en el colegio y era un estudiante mediocre en literatura que en el examen SAT, el equivalente al Icfes, alcanzó solo 475 de 800 puntos posibles. Irving explica que más que por su aptitud para las letras, ha tenido éxito por su disciplina de trabajar lentamente y revisar una y otra vez sus borradores para perfeccionarlos.

Estos dos personajes tan disímiles tienen algo en común, además de haber llegado a la cima de la popularidad. Según Angela Duckworth, una psicóloga de la Universidad de Pensilvania, a Smith e Irving los une el temple para seguir una meta a pesar de los tropiezos que se encuentran en el camino.

Según esta experta, el temple, que ella define como una mezcla de pasión y perseverancia, es el factor que predice el éxito con mayor exactitud, incluso más que el coeficiente intelectual. Ese es el argumento de Grit, The Power of Passion and Perseverance, el libro que Duckworth acaba de publicar en Estados Unidos. “Esta medida le gana al coeficiente intelectual, y a las pruebas de conocimiento en la predicción de quienes van a tener éxito en ciertas situaciones”, dice.

La autora se interesó por este tema cuando era profesora de matemáticas de séptimo grado y observó que los niños más inteligentes y dotados no siempre tenían mejores notas, al tiempo que aquellos que parecían tener más dificultades terminaban de primeros porque le dedicaban más tiempo y esfuerzo a aprender. Para responder mejor las razones de ese fenómeno, Duckworth se matriculó en la Facultad de Psicología e investigó muchos escenarios para comprobar su tesis.

Uno de esos sitios fue West Point, la academia donde se entrenan los militares en Estados Unidos. A pesar de que apenas 1.200 hombres y mujeres entran a este plantel cada año, 20 por ciento renuncia antes de graduarse. Para su sorpresa, los que lo hacían habían mostrado potencial en liderazgo, altas credenciales académicas y mejor forma física. Al diseñar una prueba para medir su coraje, encontró que los que lograban graduarse estaban hechos de un material más fuerte que solo inteligencia y aptitud física. “Eran personas con metas a largo plazo y trabajaban constantemente para lograrlas”, señala. Tenían arrojo, constancia, coraje, en una sola palabra, tenían temple.

En 2007, Duckworth plasmó su investigación en un ensayo académico que ha sido citado más de 1.000 veces y realizó una charla TED que tiene ya más de 8 millones de vistas. Cientos de colegios han aplicado su prueba y ahora con su libro la experta busca popularizar el concepto fuera de las aulas.

“La gente con temple no es estoica, sino que sufre al conseguir sus metas”, explica. Para ella tener temple es levantarse todo los días con las mismas preguntas y retos en los que trabajó ayer, y hacer lo mismo mañana, y el día siguiente y así durante años. También implica nunca estar conforme con ese progreso, sino estar dispuesto a poner un poco más de esfuerzo para mejorar y, sobre todo, “nunca perder interés en ese tema”.

Para Duckworth el temple es el término opuesto de renunciar y un sinónimo de perseverar con pasión a largo plazo. Como lo dice en su libro “es tener una actitud de ‘no me doy por vencido’ o una pose de pelear hasta el final frente a los retos”. En una entrevista al diario The Washington Post, lo definió de manera sucinta como ‘aguante’ pues considera que en el corazón de la palabra está el concepto de adherirse a un reto, y no soltarlo a pesar de las piedras que surjan en el camino.

No todo el mundo tiene esta virtud. Algunas personas son exitosas con el viento a su favor pero se desbaratan en la adversidad. Por eso es importante ponerse de pie y seguir después del fracaso, como sucedió con un personaje que ella entrevistó para el libro: sus escritos al comienzo eran burdos y melodramáticos pero fue afilando su pluma hasta ganar una beca Guggenheim, una de las más apetecidas del mundo. O como el caso de Bob Mankoff, el editor de caricaturas de la revista New Yorker, quien sometió a consideración de sus futuros jefes 2.000 dibujos antes de que accedieran a publicarle uno.

Esta gente templada suele enfrentarse a momentos aburridos y a frustraciones y a pesar de esto “nunca soñarían en darse por vencidos porque su pasión es duradera”. En resumen, los que logran el éxito, no importa en qué disciplina, tienen una determinación de hierro que funciona en dos vías: por un lado son trabajadores y resilientes, es decir, flexibles y con capacidad de adaptarse a las circunstancias, y por otro lado, tienen muy claro lo que quieren lograr.

Su teoría ha sido objeto de críticas. Algunos lo han visto como un viejo concepto disfrazado en una nueva palabra. En algunas de las reseñas del libro mencionan que en el fondo lo que ella quiere decir con temple es muy similar a la noción de que se requieren 10.000 horas de práctica para el éxito, que Malcom Gladwell plasmó en su libro Outliers.

Pero una de las críticas más fuertes es que tener temple suele confundirse con ser disciplinado, uno de los cinco rasgos básicos de la personalidad descritos en la psicología. Aunque ella acepta la crítica, piensa que la disciplina encierra otros conceptos diferentes al temple como el orden, la puntualidad y la confiabilidad. El temple sería una faceta más de la disciplina y la que mejor predice el éxito en los logros exigentes y significativos.

El problema es que la sociedad ha estado enfocada en los conceptos de talento y el coeficiente intelectual y ha pasado por alto el del temple. Pero en sus experimentos ha visto que “el hecho de que un individuo sea talentoso para las matemáticas no hace que logre ser el mejor en esa materia”. También ha habido más interés en la parte de perseverar del coraje y no en la pasión, pero es la mezcla de ambas la clave del éxito.

El problema es reconocer cuál es la pasión. En los niños es fácil hacerlo cuando se les deja escoger con libertad sus áreas de interés. En dichas circunstancias el adulto debe apoyarlos para que exploren esos intereses. Otro reto es no volverse testarudo ante una situación que no está dando frutos, pues no se trata de seguir apostándole a un negocio quebrado o querer ser el mejor jugador de básquet si no se tiene la talla mínima.

El ejemplo de Duckworth es el de Polaroid, una empresa exitosa que tercamente siguió invirtiendo en cámaras de fotos instantáneas cuando el mundo viraba hacia la fotografía digital. “El temple es muy bueno si se aplica a las metas correctas pero en algunas situaciones la pasión ciega puede llevar a malos resultados”, dice.

Por lo tanto aconseja que si a pesar de todo el esfuerzo no hay progreso, hay que darse por vencido. Sin embargo, ella tiene la convicción de que hay límites pero no caminos cerrados. “Si llega a quedar atrapado en un callejón sin salida, retroceda y observe otro camino que lo lleve hacia adelante. Vuelva esas calles ciegas desvíos hacia el éxito”.

Fuente: https://escuelapararicos.net/no-talento-otros-factores-definen-exito/

8 inspiradoras lecciones de vida de Maya Angelou

Por A. Carlos González

A pesar de que Maya Angelou nunca asistiera a la universidad, fue capaz de romper todos los moldes establecidos por la sociedad, al recibir 30 títulos honorarios, siendo una autodidacta que destacó en su vida como poeta, escritora, cantante, actriz, filántropa y profesora.

Fue una de las figuras más admiradas y queridas de todo el mundo. Su trabajo, su talento y su esfuerzo por mejorar el mundo no pasó desapercibido a pesar de que siempre luchó contra dos clichés: ser afroamericana y ser mujer.

Murió a los 86 años, pero nos dejó 8 lecciones de vida que sin duda son inspiradoras.

1. Si no te gusta algo, cámbialo. Si no puedes cambiarlo, cambia tu actitud.
Maya Angelou siempre ha pregonado que todas las personas tienen el control, el derecho y la capacidad de provocar cambios en sus vidas y ser lo que realmente quieres ser. Siempre se puede encontrar otra forma de hacer algo o cambiar tus circunstancias. Y si no puedes cambiar tus circunstancias, tienes la capacidad de cambiar tu actitud ante dichas circunstancias

2. Decide lo que quieres hacer en la vida.

Piensa lo que quieres de la vida y piensa en lo que puedes hacer. ¿Qué metas alcanzables puedes considerar?. Una vez lo has pensado, sal y hazlo. Puede que te tome un tiempo, puede que el camino sea difícil, pero hazlo. Si crees en tus sueños, pasiones y deseos, y estás dispuesto a dejar de lado la “mentalidad victimista”, puedes lograrlo.

3. Que te recuerden por las razones correctas.

Asegúrate de que la gente siempre te recuerde por las razones correctas, y no por las incorrectas. Maya Angelou siempre ha pensado que no hay nada más bonito para una persona cuando estás en el final del trayecto de la vida, que el saber que las personas te recuerdan positivamente. El hecho de que una vez no estés la gente te recuerde por tus malos actos, es una vida desperdiciada.

4. Podemos encontrar muchas derrotas, pero nunca debemos ser derrotados.

Perseverancia ante los fracasos y derrotas de la vida. Nunca te rindas simplemente porque has tropezado con un obstáculo o alguien te ha puesto varias veces la zancadilla. Estas cosas pasan en el viaje de la vida, y realmente es nuestra actitud ante los reveses de la vida lo que nos define como personas.

“Si nos rendimos ante el primer obstáculo o tropiezo, nunca lograríamos nada de valor en la vida. Cuando caigas, recoge la copia de seguridad, sacúdete el polvo y sigue adelante”.

5. Sé valiente todos los días.

La valentía es una de las habilidades más importantes. Hay que ser valiente todos los días. Hay que decir NO a la presión grupal y ponerse de pie para defender a alguien que está en una posición vulnerable. Coraje y valentía hay que cultivarlo y practicarlo todos los días.

Nuestra cultura y medios de comunicación nos enseñan a ser temerosos, con las estadísticas de delincuencia, batallas políticas, historias de problemas en otros países, angustia, traición, divorcio, fracasos….

“El valor no es la ausencia de miedo, sino enfrentarse al miedo con coraje a pesar de todo”.

6. Los grandes logros requieren tiempo.

Las cosas toman tiempo, y el éxito y los logros requieren de más tiempo. Todos estamos escalando una montaña, e independientemente del camino que escojamos para llegar a la cima de la montaña, escalarla requiere tiempo.

Vivimos en una sociedad donde vemos diariamente a chicos y chicas de 20 años que aprovechan sus cuerpos y bellas caras para asistir a programas de televisión y que aparentemente lo tienen todo sin llegar a sudar, pero esa no es la forma de hacerlo y tampoco es la vida que a la mayoría le gustaría tener.

Sigue trabajando en tus sueños y metas; ese negocio que quieres iniciar, ese libro que quieres escribir, esa ropa que quieres diseñar. Y no importa si tienes éxito o fracasas, pues ya sabes lo que tendrías que hacer si todo se desmorona: volver a comenzar y volver a construir. Maya hizo ésto muy a menudo.

7. Una mujer inteligente no quiere ser enemigo de nadie, pero se niega a ser la víctima de alguien.

Hay que distinguir la fuera de la brutalidad y la confianza de la arrogancia. Tu energía y fuerza no debe centrarse en tus enemigos, pues es una pérdida de tiempo, energía y recursos.

“No canalices tu fuerza para convertirte en alguien que invoca a los enemigos, pero nunca dejes que nadie te pase por encima”.

Como mujer, Maya Angelou siempre estuvo a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, pero estuvo muy en contra de los movimientos feministas extremos, al considerar que eran ataques contra los hombres, y esos ataques son innecesarios en la lucha por la igualdad.

8. La amargura es como el cáncer. Se alimenta del huésped. Pero la ira es como el fuego. Lo quema todo.

Aferrarse a la amargura es una de las cosas más tóxicas que puede hacer una persona. Es veneno para tu trabajo y para tus relaciones.

Y la ira puede ser un destructor de todo lo que tienes alrededor, incluido tú mismo. Pero esa ira se puede canalizar en algo productivo, como es escribir, cantar o crear. Hay que desprenderse de la ira o usarla como herramienta para lograr algo positivo.

“No importa lo que pase o cómo de malo puede ser el día de hoy. La vida continúa, y mañana será un día mejor, porque tú puedes hacerlo mejor” – Maya Angelou

Fuente: http://www.negocios1000.com/2014/08/8-inspiradoras-lecciones-de-vida-de-maya-angelou.html

La efectividad se puede aprender

La efectividad personal es una competencia que surge para dar respuesta a diversas necesidades y situaciones de nuestra sociedad actual.

Necesidades y situaciones que son consecuencia de la realidad que vivimos. El exceso de información al que nos vemos sometidos, la rapidez y magnitud de los cambios que se producen, el no llegar a tanto trabajo, las supuestas urgencias de todos los días, prestar atención a mil cosas a la vez sin hacerlo a ninguna en concreto,… Seguro que alguna o todas te resultan familiares.

Afortunadamente, atrás quedan ya las excusas y creencias de que hay que nacer con determinado talento para desarrollar determinadas competencias y habilidades.

Eso se creía antes, por ejemplo, sobre los profesionales comerciales, los roles gerenciales y otro tipo de perfiles. El tiempo, y la experiencia, ha demostrado que se pueden desarrollar los comportamientos y habilidades de esas profesiones sin tener un don divino. Sólo se necesita saber qué hacer y dedicar esfuerzo y atención a hacerlo.

También se puede ser una persona efectiva sin tener un don divino. De hecho, cualquier persona puede aprender a ser efectiva. Da igual cómo sea la persona. No importa si es organizada, ordenada, un desastre, olvidadiza,… Esto es un alivio y, a la vez, una faena.

Es un alivio porque conocemos desde hace tiempo lo que hay que hacer para ser una persona efectiva. Además, los avances en ciencia cognitiva siguen confirmando la teoría y las evidencias prácticas de metodologías para mejorar la efectividad personal como, por ejemplo, GTD®.

Pero también, el hecho de que la efectividad se pueda aprender puede verse como una faena por varias cosas.

Lo primero porque nacemos sin los hábitos y comportamientos propios para ser efectivos en la sociedad actual. Desgraciadamente, no vienen de serie en nuestro ADN. Nuestra naturaleza no es la de ser efectivos en el mundo que nos ha tocado vivir. Como se decía en una pequeña fábula que leí hace tiempo: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte?… ¡Quién sabe!»

Además, el entorno no ayuda nada: exigencias, exceso de información, constantes interrupciones, cambios constantes, urgencias, distracciones, …, ¿te suena? Vivimos en un entorno más “hostil” que nunca para nuestra manera natural de comportarnos.

Pero, sobretodo, el hecho de que cualquier persona pueda aprender a ser más efectiva es una faena porque lo único que realmente hace falta para conseguirlo es querer hacerlo. Ya sabes, eso que Paco Alcaide llamaría compromiso. Porque, a día de hoy, aprender algo depende de uno mismo. Las circunstancias son las que son y a veces ayudan y otras dificultan, pero nunca impiden.

La buena noticia es que se puede aprender cómo organizarse mejor, a gestionar las interrupciones, a conseguir que no se olviden las cosas, a saber por dónde empezar a trabajar y hacerlo con enfoque, a tener la sensación de que controlas todo lo que tienes que hacer, … Todo esto se puede aprender.

Podemos conseguir trabajar y vivir de forma efectiva y sin estrés en el entorno y en la sociedad que nos ha tocado vivir. Tenemos los conocimientos y las capacidades. La necesidad es evidente.

Quien quiera cambiar y mejorar, está de enhorabuena, porque la efectividad personal es algo se puede aprender.

Fuente: http://controlyperspectiva.com/la-efectividad-se-puede-aprender/

Haz tus sueños realidad cambiando algunas sencillas palabras

Haz tus sueños realidad cambiando algunas sencillas palabras

Por Oliver

No importa que tan lejos lleguemos en la vida, cuántas metas alcancemos o cuánto éxito lleguemos a disfrutar, ese sueño que siempre has querido realizar seguirá evadiéndote y seguirás sintiendo que sigue siendo imposible de realizar, esto no significa que nunca lo puedas conseguir pero por lo menos no en estos momentos.

Normalmente también es cierto que tal sueño lejano es el que más anhelas cumplir en la vida.

Si tan sólo…

De vez en cuando motivados por el miedo o por nuestra forma lógica de pensar, nos convencemos de que ese sueño esta fuera de nuestro alcance por el momento, siempre damos una multitud de excusas por las que no es posible que esto suceda o deseamos que ocurra algo que modifique de forma milagrosa nuestra vida y que nos permita obtener nuestras metas.

• Si tan sólo tuviera más dinero.
• Si tan sólo tuviera más tiempo disponible
• Si tan sólo tuviera más conocimiento, experiencia o talento.

Declaraciones como estas pueden parecernos razones perfectamente naturales y válidas por las que no podemos hacer lo que sea que queramos hacer.

A menudo todos podemos lograr estar más cerca de alcanzar ese deseo de nuestro corazón simplemente cambiando nuestra forma de pensar. Por ejemplo:

“Mi sueño es llegar a ser un novelista famoso”.

Esto está muy bien pero aquí está el problema:

Los sueños son cosas que nos suceden mientras estamos dormidos. Los sueños son cosas que no requieren más nada de nosotros que simplemente estar acostados con los ojos cerrados. Los sueños son cosas que rara vez por no decir nunca conseguimos en la vida.

Convierte los sueños en metas reales

Intenta esta nueva forma de pensar en su lugar:

“Mi meta es llegar a ser un novelista famoso”.

Lo único que hemos hecho ha sido sustituir una simple palabra por otra, sin embargo es una palabra que cambia todo el significado detrás de una declaración y por lo tanto nuestra forma de pensar.

Las metas son cosas que hacemos que pasen cuando estamos despiertos. Las metas son cosas que nos obligan a levantarnos, a mantener los ojos abiertos y a trabajar con tenacidad. Las metas son cosas que a menudo, si no siempre, llegan a nuestras vidas una vez que hemos trabajado por conseguirlas.

Al transformas nuestros sueños en objetivos es inevitable empezar a mirarlos desde una perspectiva diferente y hacer que las mismas estén más cerca de nosotros. Puede ser que nunca realicemos nuestro sueño, pero un sinnúmero de personas en todos los ámbitos de la vida establecen increíbles metas todos los días y siguen adelante para lograr sus sueños de forma coherente. Si ellos pueden hacerlo, nosotros también.

Cómo conseguir nuestras metas

Hasta ahora vamos bien, aunque todavía seguimos con nuestras excusas, con nuestros pensamientos prácticos y lógicos que nos dicen que “no” podemos.

• Si tan sólo tuviéramos más dinero.
• Si tan sólo tuviéramos más tiempo.

Si pudiéramos dejar de decir “si tan sólo” y cambiar nuestra forma de pensar.

¿Podemos realmente hacer eso? Por supuesto que podemos y es más fácil de lo que piensas.

Una vez más, todo lo que hay que hacer es cambiar algunas palabras sencillas cuando hablamos con nosotros mismos. Esta vez, deshazte de las declaraciones que comienzan con ‘Si tan solo’ y reemplázala con preguntas que empiezan con “¿Cómo puedo…?

• ¿Cómo puedo conseguir dinero suficiente?
• ¿Cómo puedo conseguir más tiempo disponible?
• ¿Cómo puedo obtener más conocimiento, experiencia o talento?

Este enfoque utiliza exactamente el mismo pensamiento práctico y lógico que antes habíamos utilizado para convencernos de que no podíamos realizar ese sueño, sólo que ahora en lugar de impedirnos hacer algo, lo estamos utilizando para ayudarnos a hacer exactamente lo que queremos.

Hazte estas preguntas y reflexiona muy bien las respuestas y conseguirás estar más cerca de tus metas.

• Si el dinero es un obstáculo, ¿Puedes obtener un segundo empleo? ¿Vender cosas que no utilizas? o ¿Obtener un préstamo?

• Si el tiempo te detiene, ¿Puedes levantarte más temprano?, ¿Irte a la cama más tarde? o ¿Puedes pedir ayuda con esas tareas domésticas que consumen todas tus horas?

• Si no tienes conocimientos suficientes, ¿Puedes tomar un curso? ¿Leer un libro? ¿Hablar con un experto?

Emplear este tipo de pensamiento te ayudara a ver más allá de los obstáculos que previamente habías colocado en el camino de la realización de tus grandes metas y te ayudara a conseguir innumerables soluciones para superarlas.

Volvamos a nuestro aspirante a escritor, ¿De acuerdo?

“Mi sueño es convertirme en un novelista famoso. Si tan sólo tuviera el tiempo para sentarme y escribir. “

O…

“Mi meta es llegar a ser un novelista famoso, así que voy a obtener el tiempo que necesito para escribir despertándome una hora más temprano cada mañana.”

Lo único que hemos hecho ha sido sustituir algunas palabras pero al hacerlo no sólo cambió nuestra forma de pensar, también hemos cambiado de un sueño imposible a una meta totalmente posible.

Fuente: https://escuelapararicos.net/haz-tus-suenos-realidad-cambiando-algunas-sencillas-palabras/

La enfermedad del tiempo

Por Francisco Saez

Larry Dossey es un autor y médico estadounidense cuyas publicaciones resultan un tanto controvertidas por la importancia que otorga, dentro del campo de la medicina, a cuestiones de carácter espiritual que poco tienen que ver con la ciencia.

En 1982, Dossey acuñó el término “enfermedad del tiempo” para definir la creencia que tienen muchas personas de que el tiempo está siempre escapando, que nunca hay suficiente, y que tienes que ir cada vez más rápido para mantenerte.

Es evidente que la gestión del tiempo es un tema que preocupa mucho en nuestra sociedad actual, como lo demuestran los 500 millones de resultados que genera en Google la búsqueda del término “time management”. En ocasiones, esta preocupación por el tiempo o, mejor dicho, el modo de vida que resulta de estar siempre luchando contra el reloj, nos termina produciendo problemas físicos reales, tales como el estrés, ansiedad, insomnio, agotamiento…

Los horarios, las agendas, las fechas límite y la rapidez con que debemos hacer nuestro trabajo se contagia a todas las áreas de la vida. Cada vez nos reunimos menos nuestros amigos y esas reuniones cada vez duran menos. La sensación de que el tiempo vuela nos convierte en personas impacientes, que no saben escuchar ni disfrutar del momento presente.

El culto a la velocidad no solo afecta a nuestra salud, también nos hace más infelices y menos productivos. Pero resulta que podemos moderar nuestro ritmo de vida y ser incluso más productivos gracias a ello. Para ello debemos dejar de preocuparnos tanto por el tiempo y aprender a gestionar mejor dónde ponemos nuestra atención. Tomar nuestras propias decisiones sobre lo que hacemos en cada momento de nuestra vida nos pone en el asiento del conductor.

Es por lo que abogan métodos inteligentes de gestión personal, como GTD. Nada de gestionar el tiempo. Se trata de conocer nuestros compromisos, aclararlos y tomar decisiones sobre ellos. De una manera humanizada y con sentido, en equilibrio con todas nuestras áreas de responsabilidad: trabajo, vida familiar, ocio, salud, bienestar, finanzas, desarrollo personal, etc.

No es fácil, pero debemos cambiar nuestra relación con el tiempo. El tiempo no es el enemigo, es la esencia misma de la vida, y debemos aprender a convivir con él e incluso a disfrutar de él.

En vez de vivir cada segundo como si fuera el último, de mirar de reojo el reloj con desaprobación cada vez que las cosas no se hacen “en su momento”, relájate y tómate las cosas con más calma.

Disfruta de una buena comida lenta. Saborea un buen libro. Apaga el móvil y disfruta del placer de estar con tus amigos, con tu familia o con tu pareja. Disfruta de un trabajo bien hecho, tranquilamente pero con pasión y precisión. Deja de pelearte con el tiempo. Disfrútalo.

Fuente: https://escuelapararicos.net/la-enfermedad-del-tiempo/?utm_source=EPR&utm_medium=ReadBox&utm_campaign=Email

El arte de entusiasmar

El arte de entusiasmar
Por Merce Roura

Siempre ha pensado que la educación es aquello que hace que al final no importe de dónde vienes, sino a dónde vas.

La forma más inteligente de justicia social, la que permite que todos tengamos las mismas oportunidades, pase lo que pase, y salgamos de la casilla que salgamos en este juego que es la vida. Por ello creo que como sociedad estamos fallando por estar perdiendo el tiempo y no invertir más en educación.

No hablo sólo de dinero, hablo de ideas, de esfuerzos, de proyectos. Hablo de invertir en grandes cambios que propicien mejores resultados, no sólo académicos, también sociales. Y hacerlo a todos los niveles y para todas las edades.

Concebir la educación como algo que nos acompaña toda la vida, como una forma más de crecimiento personal que nos permite, además, afrontar el reto de estar en una sociedad cambiante y flexible. Hagamos que ese cambio sea una oportunidad de mejora, no cerremos los ojos a la necesidad de dar un vuelco a la formación para hacerla más adecuada y más humana. Creo en una sociedad en la que se deben tener más en cuenta los méritos, pero para llegar a ella, hace falta primero crear una sociedad justa y llena de oportunidades para todos.

La vida es una escuela constante y debemos ir preparandonos para el reto que se nos viene encima a cualquier edad. Debemos aprender siempre… Y no sólo aprender conocimiento sino aprender a aprender, aprender a tener ganas de aprender, aprender a querer ser mejores y despertar a nuevas experiencias. Aprender a pensar y llevar la contraria si hace falta…

A asumir riesgos necesarios para calibrar nuestros logros. Aprender a creer en nosotros mismos y en nuestras capacidades… Aprender a hacernos cada vez más preguntas que nos ayuden a evolucionar, a mejorar nuestro entorno. Acabar con la rutina y la resignación, estimularse cada día y darse cuenta de que nunca es tarde. Aprender cómo generar nuevos empleos de calidad para los que no lo tienen y darle la vuelta a las cifras hasta que estén a nuestro favor. Todos salimos ganando.

No hablo sólo de los resultados de informes a nivel internacional (que quizá deberíamos replantearnos) ni de invertir más dinero, tal vez no haga falta, pero sí invertir mejor y dar más herramientas a los formadores para poder evolucionar. No sólo eso, darle la vuelta, zarandearlo todo y cambiar el modelo, empezar de nuevo si hace falta. Buscar la forma de crecer como sociedad, educar como sociedad. No me refiero a tutelar ni a controlar, me refiero a crear las condiciones para que nadie necesite más allá de lo necesario esa tutela y pueda desarrollar sus proyectos de futuro.

Educar es el arte de entusiasmar

Formar a otras personas es algo apasionante, una responsabilidad enorme. El buen maestro entusiasma e ilusiona. Comparte la emoción que siente por lo que conoce y debe encontrar la mejor manera de compartirlo. Por ello, si el maestro está cansado, aburrido o no tiene interés por lo que cuenta porque la falta de recursos le ha agotado el ingenio, nunca será capaz de transmitir conocimiento.

El maestro debe motivar y estimular. Contagiar entusiasmo y hacerle ver al alumno que puede y que a donde no llegue, él o ella le contará cómo. Por eso, quién más debe invertir en aprender es el maestro y necesita todo el apoyo para ello. Se debe formar siempre con cursos que le capaciten para motivar, para negociar, para ayudar al alumno a darse cuenta de que tiene talento y saber cómo descubrirlo. Cursos que le ayuden a dar nuevos enfoques a nuevos planteamientos. El docente no sólo da respuestas, invita a hacerse nuevas preguntas… Tal vez, no llegan más lejos los que más saben, llegan más lejos los que lo demuestran y se arriesgan a fallar.

Educar es también enseñar a quererse a uno mismo.

Esta es la asignatura más importante de la vida para todos. Quererse y conocerse. Y eso, claro, no es sólo trabajo de maestros, es un trabajo de las familias que deben ser cómplices, y de la sociedad en general.

Todos debemos participar en ello. Individualmente y como padres, madres, amigos, familiares, hermanos, como profesores y desde los medios de comunicación, desde las aulas hasta a las cocinas de cada casa. Todos tenemos un trabajo que hacer para fomentar el desarrollo personal y la autoestima de los más jóvenes. Estoy convencida de que en una sociedad sana donde las personas tuviéremos un índice de autoestima elevado (no hablo de ego, ni de complejo de superioridad) se evitarían grandes atrocidades. Los que no se respetan a sí mismos nunca respetan a los demás.

El maestro siempre es el que más aprende

Todos somos maestros y transmitimos valores cada día. Los formadores de las escuelas también lo hacen cuando imparten conocimientos. Por ello deben de estar más valorados por todos y tener oportunidades para crecer y tiempo para poder hacer las cosas sin precipitarse.

Preparar sus clases buscando la mejor forma de atraer e interesar y tener métodos para que sus alumnos desmotivados cambien de actitud. Creo que educar es más guiar que corregir. Es dejar margen para el error y enseñar a sobrellevarlo para aprender de él. Deberíamos, entre todos, educar para aceptar el fracaso y exprimirlo, para aprender de nuestras emociones y exponerlas, no ocultarlas. Educar para aprender y levantarse tras la caída. Educar para vivir en armonía y no sólo para buscar un empleo y hundirse en la rutina y la apatía de la seguridad. Educar para depender de nosotros mismos y saber que toda la vida tendremos que continuar aprendiendo

Educar es crear oportunidades, enseñar a verlas y encontrarlas, enseñar a fabricarlas.

Cada uno de nosotros es una persona feliz en potencia. Cada alumno debe saber encontrar qué le hace feliz, sea lo que sea. Entre todos tenemos que decirle que puede y que debe, que se lo merece…

Iré aún más lejos. Si les educamos sólo para que tengan conocimientos académicos o dominen algunos idiomas, algo muy necesario, cuando lleven su curriculum a una empresa, no tendrán nada a su favor que les diferencie de los demás, seguirán en una larga fila de aspirantes sin destacar.

Por eso, hay que educar en el respeto a la diferencia y potenciarla, para que cada uno sepa lo que le hace auténtico y extraordinario. Para que nadie se sienta excluido. Cada vez, más empresas distinguen a los que se presentan con un curriculum que refleja inteligencia emocional y los separa de aquellos que como los robots repiten conocimientos. Se buscan líderes y personas que siempre estén en proceso de aprendizaje, se busca el pozo que esos conocimientos aprehendidos ha dejado en ellos y sus ganas de experimentar y conocer.

Los reclutadores piden experiencia pero también ganas de crear, imaginación, superación personal… En el panorama actual, la única forma sana de que las empresas sean más competitivas es a través de la gestión del talento y la motivación.

Piden líderes atrevidos que rompan las normas establecidas si es necesario. No sólo importan las aptitudes, cada vez más se valoran las actitudes y factores como la resilencia, la empatía, la capacidad de comunicar y crear, la asertividad, la capacidad de innovar y de apasionarse en cada proyecto… Y ¿por qué no nuestros valores y nuestro sentido de la ética? Vamos hacia un mercado laboral de proyectos, a trabajar por ellos y no por horas y por cifras. Vamos hacia la sociedad del talento y tenemos que estar preparados.

Ya no basta el arte de ejecutar a la perfección, sino de generar nuevas maneras, asumir nuevos retos. Eso es lo que se paga, el ingenio, asumir el riesgo en cualquier disciplina, sea humanística o técnica. Eso se aprende desde el primer momento, a base de conocerse y aceptarse, a base de fracasar y perder miedos, a base de enterrar tabús, prejuicios y perezas. Ese es el empleo de calidad al que debemos aspirar. Empleo de calidad y profesionales convencidos y satisfechos con sus vidas porque se sienten realizados. Ese es el gran reto que tenemos y que estamos obviando lamentablemente, aunque hay esperanza porque creo que cada vez hay más personas que se dan cuenta y lo aplican desde su ámbito.

Seamos egoístas, invirtamos en educación

Hay maravillosos maestros y maravillosos alumnos. Y la mejor noticia es que serlo sólo depende de nosotros. Como sociedad tenemos una asignatura pendiente, invertir en presente y futuro, educar y dar las mismas oportunidades a todos. No sólo para evitar una injusticia, sino porque con ello invertimos en nosotros mismos.

Ahora mismo, entre los niños y niñas que habitan las clases, hay grandes médicos, investigadores, escritores, emprendedores, periodistas, programadores, juristas, artistas en todas las disciplinas… Lo son en potencia. ¿Vamos a perder todo ese talento? ¿Nos lo podemos permitir como sociedad? Ellos y todos los que tal vez no lleguen a la cima o no sean conocidos en sus profesiones pero estén satisfechos con lo que hacen y cada día mejoren la vida de los que les rodean con sus acciones lo merecen.

Seamos egoístas, no perdamos ese potencial que nos puede cambiar la vida y darle calidad por no ser capaces de ver más allá de de los libros y los esquemas anticuados. Y sobre todo, no dejemos que nadie pierda la oportunidad de una vida plena y feliz porque no somos capaces de construir nuestro futuro sin prejuicios…

Porque al contrario de lo que decía el refrán, la letra no entra con sangre, entra con esfuerzo, con respeto y con motivación.

Fuente: https://escuelapararicos.net/el-arte-de-entusiasmar/?utm_source=EPR&utm_medium=ReadBox&utm_campaign=Email